El templo de los monos en Lopburi

En Viajes a Tailandia, hoy os llevamos al centro del país, a la ciudad de Lopburi, donde se encuentra el templo de los monos . Su verdadero nombre es Phra Prang Sam Yot y se ha convertido en la mayor atracción turística de la ciudad, no solo por su arquitectura, que sin duda es muy interesante, sino por la cantidad de monos que campan a sus anchas por todo el entorno.

La ciudad de Lopburi

Lopburi, a ciento cincuenta y tres kilómetros de Bangkok, ha sido tradicionalmente un punto estratégico en el territorio tailandés, a medio camino entre la capital del país y Ayutthaya. La ciudad no es muy grande, pero es una de las más antiguas de Tailandia, como atestigua su patrimonio arquitectónico. Lopburi formó parte del imperio de Angkor Wat (Camboya) entre el siglo sexto y el siglo catorce, antes de que los tai se hicieran con el control del territorio, así que muchas de sus construcciones pertenecen al estilo del imperio Jemer. Sin embargo, su período de mayor esplendor se corresponde con el reinado de Narai, en el siglo XVII, cuando el monarca de Ayutthaya restauró los palacios y fuertes de la ciudad y trasladó aquí su residencia. De ahí que la ciudad, conserve varios templos y restos de fortificaciones de gran interés. Además, la ciudad moderna se ha construido alrededor de las ruinas de la antigua Lopburi, encerrándolas en su propio centro, lo que facilita mucho la visita.

El estilo arquitectónico del Templo de los Monos

El Templo de los monos presenta el cánon arquitectónico de la arquitectura religiosa Jemer. Se trata de un templo-montaña, no demasiado grande, construido bajo el mandato del emperador Jemer Javayarman (1181-1221). En concreto, Phra Prang Sam Yot sigue la estela del templo del Bayón en Angkor Thom en Camboya, un complejo de culto que, junto con el de Angkor, conforman la mayor construcción religiosa que haya existido jamás. Este período de la civilización Jemer se caracterizó por su devoción al culto budista mahayana, lo que permite afirmar que, casi con toda certeza, este era el culto original que se practicaba en Phra Prang Sam Yot. No obstante, la presencia de objetos rituales como yonis y lingams también confirman que el templo estuvo dedicado durante un tiempo al culto hinduista. Finalmente, el Templo de los Monos pasó al culto budista theravada durante el reinado de Narai, en el siglo XVII, tras caer la ciudad en manos de Ayutthaya. Así lo atestiguan partes del templo como el viharn (el salón de asambleas), donde se asienta el Buda principal, cuya técnica de mampostería ya se corresponde con la construcción en ladrillo propia del pueblo tai. El nombre del templo, Phra Prang Sam Yot, hace referencia a las tres torres que lo forman, y significa, literalmente, “los tres prangs sagrados”. Antiguamente, todo el exterior del templo estaba recubierto de estuco, pero este se ha ido deteriorando con el paso del tiempo y la acción de los monos. En las torres aún se pueden contemplar restos de adornos realizados con este material, que representan criaturas mitológicas. La disposición de las tres torres, una grande y dos más pequeñas, forman parte de la convención arquitectónica de la época y simbolizan la trimurti (en sánscrito, las tres formas) de Brahmá, Vishnú y Shiva; respectivamente, el creador, el mantenedor y el destructor del universo en el panteón hinduista. La arquitectura religiosa Jemer estuvo en un principio influenciada por las creencias hinduistas, la astrología y el sometimiento a los deseos caprichosos de los dioses y de los reyes-dioses. De ahí que estos edificios fueran utilizados, principalmente, para demostrar la validez de las creencias y reforzar el sistema de vasallaje.

Los monos del templo

A semejanza de lo que ocurre en el templo de Galta en Jaipur o el de Ubud en Bali, los monos campan por el templo de Phra Prang Sam Yot a sus anchas. No obstante, el fenómeno no es exclusivo del templo, sino que se ha extendido a toda la ciudad, de manera que Lopburi ya se conoce también por el sobrenombre de “la ciudad de los monos”. La cuestión ha tomado tal cariz que los primates se han convertido en la atracción turística por antonomasia de la ciudad. La mayor parte de ellos son macacos, la segunda especie de primates más habitual en el mundo. Por todas partes se ven familias de estos inquietos animales, que se desplazan en grupo. Sin duda, en la visita al templo podremos disfrutar de ver a los monos realizando todo tipo de actividades. Incluso verlos dormidos es todo un espectáculo. Sea como fuere, seguro que quedaréis perplejos por la habilidad de estos animales para beber de los cartones de zumo, o dar cuenta de una de sus mas grandes pasiones, las mazorcas de maíz. Para aquellos que sean especialmente sensibles ante determinados comportamientos, es importante tener en cuenta que los monos son muy explícitos con su sexualidad y suelen dedicar a los visitantes gestos que, a determinadas personas, pueden resultar groseros.

A la hora de realizar nuestra visita al templo de los monos, deberemos tener cuidado, porque es muy habitual que los monos se suban a nuestra espalda en busca de comida u objetos llamativos; cuando no se dedican a buscar piojos en nuestro pelo. Los monos son muy hábiles y nos pueden dar más de un disgusto si, atraídos por los brillos y los colores de nuestras gafas de sol, móviles, cámaras o similares, éstos se convierten en su objetivo. Por eso, es mejor no llevar nada vistoso durante la visita. Los problemas de robos por parte de los monos son tantos que la ciudad entera está llena de señales que nos advierten sobre nuestros objetos personales. No es la primera vez que desaparece un bolso con toda la documentación, con la contrariedad que ello supone. Mucha gente se asusta, porque no saben como reaccionar frente al “ataque” de estos pequeños, pero efectivos, ladronzuelos. Una técnica muy efectiva es ponerse a girar sobre uno mismo a cierta velocidad, para que ellos solos se desprendan. Aún así, si nos vemos en apuros, es bastante fácil que el guarda acuda presto en nuestra ayuda y los ahuyente con la ayuda de un bastón. En cualquier caso, habremos de tener cuidado y, sobre todo, no molestarlos, porque pueden asustarse y propinarnos un arañazo o un mordisco. Aunque esto poco probable que ocurra, si mantenemos las mínimas precauciones. Los monos no pueden entrar en el recinto interior del templo, ya que este está rodeado por verjas metálicas que les impiden el acceso. Sin embargo, dada su natural curiosidad, los animales se cuelgan de los barrotes para ver qué está pasando dentro. A buen seguro, experimentaréis una extraña sensación, cuando, una vez en el interior, os deis cuenta de que los observados sois vosotros y que cientos de expectantes ojos os escudriñan acechantes, por si tuvierais algo de interés para ellos, sobre todo comida…
Una de las propuestas para intentar solucionar el problema de los ataques de los monos consistió en darles de comer. Quizás eso sea el origen del Festival de los monos de Lopburi, que, desde 1989, se celebra la última semana de noviembre. Durante esos días, toneladas de alimentos dispuestos en forma de vistosas montañas de colores se ofrendan a los monos. Esta costumbre se enraíza en la creencia popular de que los monos traen suerte, de ahí que se les brinde comida a cambio de buenos augurios. También en que determinadas religiones de oriente, como la hinduista, veneran a Hanuman, el dios mono, un avatar de Shiva caracterizado por su erudición y humildad, así como por su fuerza y poder ilimitados. Por eso, no nos debe resultar extraña esta adoración por los monos en un país como Tailandia, ya que su territorio ha estado fuertemente influenciado por la cultura hindú desde tiempos inmemoriales.

En Viajes a Tailandia, esperamos haberos motivado a conocer sitios tan singulares de este país como “el templo de los monos”, que convierten a Tailandia en un lugar inspirador, mágico y misterioso.

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