El famoso Reino de Siam:una historia de esplendor

Hoy, en Viajes a Tailandia nos vamos a sumergir en la historia del país para que sepáis por qué algunas veces se emplea el nombre de Siam para referirse a esta bella nación del sudeste asiático. Hablar del Reino de Siam es invocar el nombre de uno de los reinos más fastuosos e increíbles de Oriente, donde el lujo, la cultura y el arte alcanzaron un refinamiento sin parangón en nuestros días. Conocer lo que fue el Reino de Siam nos ayudará a aprehender la esencia misma del “país de la sonrisa” y comprender mejor la Tailandia contemporánea.
El adjetivo “siam”, cuyo significado es “los de piel oscura”, era utilizado por los pueblos autóctonos de Tailandia para referirse a los individuos de la etnia Tai, procedentes de la zona de Guangxi en China, que se establecieron en las fértiles llanuras del país en busca de una mejor calidad de vida. Con el paso del tiempo, y aprovechando la debilidad del imperio Jemer que tradicionalmente había dominado la zona, los Tai fueron adquiriendo mayor poder y relevancia, llegando a conformar uno de los mayores reinos de la zona, el Reino de Siam, conocido como tal desde 1365 a 1939.

El Reino de Siam y sus diferentes periodos históricos

Como todos los reinos, el Reino de Siam no se formó de hoy para mañana, sino que conoció un período de gestación, uno de auge y esplendor y uno de decadencia. El primer reino que se conoce oficialmente con el nombre de Siam fue el reino de Ayutthaya (1351-1767), que supo imponerse sobre el resto de ciudades-estado que lo rodeaban, sometiéndolas y unificándolas para crear un gran imperio. Aunque, si queremos hablar con toda claridad de la creación del Reino de Siam, habremos de remontarnos un poco más atrás en la historia, porque el surgimiento de Siam se asienta sobre realidades históricas previas.

El reino de Sukhothai (1238-1348)

Sukhothai es el primer reino con relevancia histórica y cultural para los Tai. Tras la caída del imperio Jemer, esta ciudad-estado se convirtió en un importante centro económico y cultural que consiguió, en su época de máximo esplendor, dominar casi todo el territorio que hoy conocemos como Tailandia. Para los tailandeses, el Reino de Sukhothai simboliza la liberación de la influencia extranjera y la creación de una cultura propia. Sukhothai fue el reino donde se forjaron los valores primigenios que constituyen el espíritu nacional de la Tailandia contemporánea. Entre otros logros, durante este período se estableció definitivamente el alfabeto tailandés y se creó el primer sistema administrativo regulado. También se forjó una relación de estrecha cercanía entre la monarquía y sus súbditos, considerada como el germen de la democracia moderna. Esto explica por qué, ya desde el siglo XIX, el rey Mongkut Rama IV retrató la historia de Sukhothai como un ejemplo moral a seguir y determinó a esta ciudad-estado como la primera capital de los Tai.

El reino de Ayutthaya (1351-1767)

El reino de Ayutthaya es el primer reino que se conoce oficialmente con el nombre de Siam. Esta pujante ciudad-estado creció en torno al reino de Lopburi, al sur de Sukhtothai, pero acabó por absorver al otrora poderoso reino del norte.  El rey Uthong, primer monarca de Ayyuthaya, institucionalizó el budismo theravada de origen hindú como religión oficial y creó un código legal elaborado a partir del Dharmasastra, en uso hasta bien entrado el siglo XIX. La influencia hindú es evidente en el nombre que eligió para la ciudad, Ayutthaya, sin duda un homenaje a Ayodhya, el héroe épico del texto sagrado Ramayana, una de las obras más importantes de la India antigua. Los monarcas de Ayutthaya, al igual que pasaba con los de Sukhothai, eran monarcas absolutos, considerados la autoridad máxima, ya que se les atribuían cualidades ideales. Sin embargo, el modelo moral “paternalista” de los monarcas de Sukhothai, asequibles y visibles para el pueblo, fue sustituido por el distanciamiento en los monarcas de Ayutthaya, que se escondían tras los muros de palacio para aislarse del pueblo llano. El monarca de Ayutthaya era el centro del mundo y el dueño de la tierra, como Shiva era el centro y el dueño del universo. El supuesto origen divino de la monarquía no hizo más que favorecer el aislamiento del rey frente a su pueblo, entre otras razones, porque la figura del monarca tenía una función religiosa. El culto en Ayutthaya tomó tintes políticos y era habitual que el monarca se hiciera acompañar de su séquito de brahmanes (sacerdotes), marcando la distancia con el resto de ciudadanos.

La capital del reino, Ayutthaya, ya fue descrita en el siglo XVII por viajeros franceses como la París del sudeste asiático. En aquella época, era la ciudad más grande del mundo, con casi un millón de habitantes. Presentaba un diseño urbano estrechamente ligado al agua, ya que se situaba sobre una península creada por la confluencia de tres ríos. No obstante, gracias a los avanzados conocimientos de ingeniería de sus habitantes, Ayutthaya acabó siendo transformada en una isla, tras eliminarse el istmo que la unía a tierra firme. Los numerosos canales que surcaban la ciudad y facilitaban la comunicación entre las diferentes zonas y el transporte de mercancías, le valieron el sobrenombre de la “Venecia de Oriente”. En el aislamiento por el agua, la ciudad encontró una excelente fortificación frente a los ataques foráneos. Al mismo tiempo, la extraordinaria situación geográfica y su disposición amistosa para con el comercio extranjero la convirtieron en un centro político y económico de gran relevancia. El comercio con los portugueses durante el siglo XVI y los contactos habituales con la Francia de Luis XIV contribuyeron a su expansión económica, ya que situaron a la ciudad en medio de las rutas económicas internacionales. El esplendor del Reino de Ayutthaya también se debe, en gran parte, a una especie de “revolución agraria” determinada por el cultivo del arroz. Gracias a una nueva variedad importada de Bengala, que aguantaba mejor las periódicas inundaciones que el arroz autóctono, Ayutthaya acumuló grandes cantidades de excedente de este cereal que pudo exportar a países como China. El consiguiente beneficio económico no hizo más que incrementar su poder y preponderancia frente al resto de ciudades-estado que la rodeaban, por lo que acabó por asimilar reinos aledaños como Sukhothai o Lanna (Chiang Mai). Finalmente, toda la trama de estados, ciudades y territorios unificados bajo el mando de Ayutthaya, terminaron por convertirse en el Reino del Siam, un reino de ensueño, que sería famoso en todo el mundo por su riqueza y su cultura. De hecho, durante el período de Ayutthaya, el pueblo tai conocerá una edad dorada de las artes, el comercio y la medicina.
El reinado de Ayutthaya se caracterizó por las eternas disputas con los birmanos, que se sucedieron a lo largo de los años de máximo esplendor. Tras siglos de lucha, en los que el reino supo defenderse hábilmente frente al ataque extranjero, las luchas intestinas y los problemas habituales en los períodos de decadencia hicieron que, finalmente, en 1767, el reino sucumbiera ante el ejército birmano. Este denostó la ciudad por completo, saqueando templos y edificios y destruyendo los archivos históricos, las bibliotecas y la mayor parte de la literatura. Ayutthaya fue saqueada, quemada y destruida sistemáticamente con especial saña, como demuestran las ruinas que han llegado a nuestros días, en las que aún se pueden contemplar muchas estatuas (llegó a haber cuatro mil en toda la ciudad) decapitadas por los invasores.

El reino de Thonburi (1786-1782)

Tras la marcha forzosa de los birmanos, que tuvieron que acudir a otros frentes de guerra abiertos con China, los diferentes reinos que quedaron a la deriva tras la debacle de Ayutthaya fueron reunificados por el rey Taksin, uno de los muchos señores de la guerra que luchaban por controlar los diferentes territorios. Taksin fijó la nueva sede del poder al sur de la antigua capital de Ayutthaya, en Thonburi, en la zona del actual Bangkok. A pesar de su corta duración, el reino de Thonburi supuso el renacer de Siam, con la reconquista de mucho de su anterior territorio y visos de expansión internacional. En efecto, Taksin siguió la lucha contra los birmanos y convirtió grandes territorios en tributarios de Thonburi, convirtiendo a la capital en un reflejo del esplendor de la antigua Ayuttaya. Sin embargo, la supuesta locura del rey acabó dando lugar a un golpe de estado en 1782, que terminó con su muerte y el establecimiento de una nueva dinastía en el poder.

El reino de Rattanakosin (1782-1932)

Tras la caída de Taksin, el general Chackri asume el trono de Siam y se inicia el período histórico del Reino de Rattanakosin. El erigido nuevo rey, Buddha Yodfa Chulaloke Rama I, decidió el traslado de la capital al otro lado del río, un lugar estratégicamente fácil de defender y habitual en las rutas de los comerciantes. Desde sus comienzos, la nueva monarquía dirigió todos sus esfuerzos a recuperar el antiguo esplendor del reino de Ayutthaya. Para ello, comenzó por embellecer la nueva capital con obras magníficas como el templo del Buda Esmeralda, el Gran Palacio, fortificaciones y murallas, etc, todas ellas situadas en lo que hoy es la zona antigua de Bangkok. El reino del Siam conoce una nueva edad de oro en la cultura, especialmente en la arquitectura y la literatura, y el gusto por el conocimiento favorece la traducción al tailandés de libros sobre diferentes disciplinas. Durante todo el siglo XIX, la monarquía favorece la centralización del gobierno del país, pero también tiene una relación más racional con sus súbditos, justificando, por ejemplo, sus actos ante los generales. Un ejemplo de esta nueva actitud se plasma en La Ley de los Tres Sellos, un código de leyes que recoge y actualiza las viejas leyes de Ayutthaya y que permanecerá vigente hasta el siglo XX. Aires de renovación recorren la corte y se reforma el gobierno y la realeza. Por otra parte, tras siglos de luchas, la eterna guerra con los birmanos termina con su expulsión definitiva en 1790. El Reino de Siam empieza poco a poco a a recuperar el pulso internacional, comenzando a sentirse su influencia en países vecinos como Camboya, Laos e incluso zonas de Birmania. En la corte se instala una actitud aperturista hacia las nuevas tecnologías y los conocimientos “modernos”, que acarrea profundos cambios en el país, entre otros, el abandono de la actitud aislacionista que se había instaurado desde finales del período de Ayutthaya. El Reino de Siam decide iniciar relaciones con diversas potencias occidentales, pero consigue mantener su independencia frente a los poderes extranjeros, haciendo gala de una excelente capacidad diplomática. Esta es la época de la modernización del país, cuando surge la clase media, se incrementa el comercio internacional, se suprime la esclavitud y la educación alcanza a grandes masas de población. La modernización alcanzará un punto álgido durante el reinado de Vajiravudh Rama VI (1919-1925), un auténtico gentleman educado en Oxford, que introducirá una serie de reformas inspiradas en su educación británica. Sin embargo, la falta de cambios profundos en la monarquía acabará por desembocar en un golpe de estado que pondrá fin, en 1932, a 800 años de monarquía absoluta, dando paso a la monarquía constitucional. Son estos tiempos convulsos y de grandes cambios, en los que las luchas de poder son la tónica de la política del país. Finalmente, durante el reinado de Ananda Mahidol, en 1939, el nombre de Siam se cambia por el de Prathet Thai, que traducido al español significa “país de la gente libre”, de donde proviene el actual nombre del Reino de Tailandia. Sin duda, un sentido homenaje a aquellos primeros pueblos tai que, huyendo de China, encontraron la libertad en estas tierras.
En Viajes a Tailandia esperamos haberos despejado la incógnita de por qué se utiliza el nombre de Reino de Siam para referirse a Tailandia y que hayáis aprendido un poco de su interesante historia. Como habréis comprobado, este es un nombre de resonancias míticas, que alude al pasado glorioso del país y simboliza la creación de su espíritu nacional. El nombre de Siam evoca la lucha por la tierra y por la propia identidad que siempre ha caracterizado a los tailandeses, así como una época de esplendor, gloria y riqueza que ha quedado para siempre grabada en el imaginario de todos los habitantes del “país de la sonrisa”.

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